HOMBRES JOVENES, SEXO Y PODER

EuroPROFEM - The European Men Profeminist Network  europrofem.org 

Contributions by language

 

Précédente Accueil Remonter Suivante

 

HOMBRES JOVENES, SEXO Y PODER

 

La conjunción abusiva de masculinidad y heterosexualidad

Por Stephen Fisher

Ponencia durante el Foro sobre Hombres y Relaciones Familiares
Canberra, Austrialia, 10 de junio de 1998

Traducción:Laura E. Asturias
Título original: Boys, sex and power: The abusive conjunction of masculinity and heterosexuality

Phil: "Aún no comprendo qué ocurrió. Cindy y yo habíamos estado saliendo juntos durante un par de meses, y aunque todavía no habíamos tenido relaciones sexuales, le había dejado claro que me sentía muy atraído por ella y que eventualmente esperaba que lo haríamos. Ibamos a ir a una fiesta, y cuando ella se presentó con un vestido muy escotado, pensé que ésta era su forma de decir que estaba lista. Durante la fiesta bebimos cerveza, lo cual le dio sueño y la puso muy sensual. Cuando dijo que quería irse a acostar un rato y que la acompañara para abrazarla, ¿qué se supone que yo debía pensar? Por supuesto, deduje que deseaba tener relaciones conmigo. Y es cierto que refunfuñó un poco cuando la empecé a desvestir, pero imaginé que quería que la persuadiera. Muchas mujeres se sienten un poco raras respecto a ser directas y quieren que los hombres se hagan cargo en el sexo. No sé. Tuvimos relaciones y todo estuvo bien. La llevé a su casa después de la fiesta y pensé que todo estaba bien.Pero desde ese día ella se rehusa a hablarme o a salir conmigo. Penséque yo realmente le gustaba. ¿Qué pasó?"

Cindy: "No olvidaré esa noche mientras viva. Phil y yo habíamos estado saliendo por un tiempo y siempre había sido un perfecto caballero. Es cierto que habíamos intercambiado algunos besos, pero nunca me dio motivos para no confiar en él. La noche de la fiesta, me puse un precioso vestido que mi compañera de casa me había prestado. Era más llamativo de lo que yo normalmente uso, pero pensé que me quedaba muy bien. Durante la fiesta bebí cerveza y esto me puso muy cansada y quise recostarme. Tal vez no debí sugerir que nos acostáramos juntos, pero no me sentía cómoda de irme al segundo piso y dejar solo a Phil. En un momento estaba encima de mí, forzándome a tener sexo con él. Fue horrible. No quise gritar y hacer el ridículo con todas las personas que estaban cerca. Pero intenté quitármelo de encima. Supongo que estaba demasiado cansada y por eso no lo conseguí. Por supuesto, no quiero volver a ver a Phil. Parecía un muchacho tan bueno. ¿Qué pasó?"

Aunque esta historia es ficción, su gran impacto se deriva de la fácil conexión con experiencias de la vida real que muchas personas podemos hacer. Por lo general recibo dos o tres respuestas comunes cuando relato esta historia. La primera: los hombres del público se identifican inmediatamente con Phil; creen que él actuó como corresponde a un hombre joven y que es una víctima de la duplicidad e histeria de las mujeres.

"¿Cómo puedes creer la versión de Cindy?" Argumentan fuertemente que no hubo nada malo en que Phil actuara como se espera de un hombre. Y, por supuesto, el escote de Cindy alborotaría las hormonas de cualquier hombre.

La segunda respuesta consiste en argumentar que este infortunado incidente es el resultado de que dos personas jóvenes y sin experiencia se tornen ansiosas y confundidas e inadvertidamente se envíen "mensajes mixtos". Lo que faltó aquí -dicen- fue la madurez para comunicarse clara y abiertamente y así poder disfrutar una experiencia sexual mutuamente compartida. Ni Phil ni Cindy tienen la culpa; simplemente necesitan informarse.

La tercera respuesta identifica el incidente como un ataque sexual ilegal. Es decir, Phil utilizó su fuerza física para obligar a Cindy, quien ahora está traumatizada y necesita defensa y consejería. Es probable que la experiencia haya sido peor de como se describe en la historia, ya que es bien sabido que los hombres minimizan y racionalizan la severidad de sus abusos.

Estoy seguro que, si les preguntara a ustedes en este momento, recibiría una mezcla de esas respuestas. ¿Cuál es la "lectura" correcta? ... El problema es que no creo que ésta sea la pregunta correcta. En parte porque hay cierta validez en cada una de las versiones, pero principalmente porque es mucho más útil preguntar "¿Qué hay detrás de cada una de las percepciones?" y (más importante aún) "¿Cuáles son las implicaciones de cada percepción?" La primera y tercera percepciones aparecen como opuestos polares en uno de los debates contemporáneos claves sobre las relaciones de género: ¿Son los hombres víctimas u opresores? ¿Son los hombres adolescentes víctimas de (a) presión a alinearse a demandas irrealistas para alcanzar la "verdadera" hombría y (b) las demandas forzosas de las mujeres (y las jóvenes) a que cambien su comportamiento de lo que ha sido aceptado y no problemático en el pasado? ¿O es acaso que los adolescentes están usando consciente y activamente su poder para satisfacer sus propias necesidades egoístas, con poca consideración en cuanto al impacto de sus acciones? Debemos superar el impasse de "hombres incomprendidos versus hombres bastardos" si es que habremos de responder efectivamente a estas comunes pero trágicas experiencias de los y las adolescentes. Y esto sólo puede ocurrir explorando aún más la construcción y la experiencia de la masculinidad y la heterosexualidad.

Es un hecho establecido que, entre la gama de posibles masculinidades, la masculinidad dominante o "real" no es una característica nata, sino que debe ser activamente perseguida y probada. Esa masculinidad se basa en cualidades tales como: control, desempeño, no ser emocional, rudeza, misoginia, homofobia, heterosexualidad (ser un "garañón"), competitividad y ganar. En este cálculo, es imperativo, a fin de evitar que el ser hombre sea cuestionado, que un joven trate de establecer dos nociones obligatorias, esenciales y, a mi juicio, incompatibles: por un lado, los hombres son superiores a las mujeres, quienes son denigradas; y, por el otro, los hombres desean a las mujeres y son atraídos por ellas. En suma: ser hombre es odiar la cosa que se ama. Y uso deliberadamente la palabra "cosa", tal como explicaré en breve.

No es sorprendente, entonces, que la descripción de la heterosexualidad masculina típica que Bernie Zilbergeld (terapeuta) hiciera en 1978, esté aún vigente 20 años después. Algunas de las creencias claves que determinan las relaciones sexuales de los hombres son:

  • Los hombres no deberían tener ciertos sentimientos, o al menos no deberían expresarlos. Específicamente, cualquier despliegue de emociones que denoten vulnerabilidad o debilidad debe ser evitado. La intimidad, la ansiedad y la ternura no son aceptables, mientras que, como expresiones de poder y fuerza, la lujuria y la cólera sí lo son.

  • En la actividad sexual, como en todas las áreas, lo que cuenta es el desempeño. Se espera que los jóvenes se fijen metas y las alcancen -- un punto claramente identificado por Phil.

  • El hombre debe asumir el control en la actividad sexual y orquestarla. De nuevo, vemos a Phil reafirmando la importancia del hombre que asume el control.

  • Todo contacto físico debe conducir a actividad sexual. La sensualidad no es una palabra asociada a la masculinidad, por lo que cualquier caricia es rápidamente interpretada como sexual e incitadora. Es debido a este estricto código que los hombres deben tener mucho cuidado de no tocarse unos a otros, so pena de que se transmita un mensaje "erróneo". Así, los golpes y juegos rudos son las formas más comunes en que los niños y los jóvenes se demuestran afecto.

Es muy claro el vínculo entre la masculinidad tradicional descrita y estos aspectos del ejercicio de la heterosexualidad. El punto es que no podemos hacer ninguna distinción clara entre la forma en que un hombre experimenta y reafirma su identidad de género y la forma en que experimenta y ejerce la (hetero)sexualidad. No es sólo que Phil tenga ideas "erróneas" acerca de la actividad sexual con mujeres, sino que tiene ideas "correctas" sobre lo que significa ser hombre en cuanto a las relaciones con las mujeres.

Otro aspecto necesario para comprender la heterosexualidad masculina es lo que Jack Litewka llama el "modelo CFC" (OFC, en inglés): cosificar, fijar y conquistar. Describiendo su entrenamiento para la excitación sexual como adolescente, la primera tarea de un joven consiste en aprender a "cosificar" a su pareja femenina, convertirla en una "cosa".

Esto significa distanciarse de la compleja y plena humanidad de la joven y, particularmente, suprimir cualquier sentimiento excepto el deseo. El segundo paso involucra la "fijación" en una parte específica del cuerpo en lugar del cuerpo entero; por ejemplo, los senos o el área genital.

Finalmente, el objetivo es "conquistar" a la mujer a través del logro de "su" propio orgasmo (y, a veces, también el de ella). Tal conquista permite al joven anotarse otro "punto" y jactarse de su potencia masculina ante sus compañeros. Este modelo CFC no es sorprendente, dado el amplio uso que los jóvenes hacen de la pornografía, que funciona como disparador de la excitación mediante imágenes que tienen todas que ver con cosificación y fijación, y que se acompañan de historias que siguen un tema familiar de desempeño y conquista.

Habiendo delineado algunos de los elementos que conforman la heterosexualidad convencional, regresemos a las tres perspectivas en la historia de Phil y Cindy. ¿Son víctimas los jóvenes? Es cierto que los jóvenes reciben muchos mensajes divergentes y conflictivos sobre su sexualidad y sus relaciones con las mujeres y que algunas de estas relaciones derivan en conductas abusivas y opresivas si ellos las continúan. También es un hecho que, en Australia, (casi todos) los hombres experimentan dudas, confusión, ansiedad y vulnerabilidad cuando se trata de su sexualidad. La potencia del deseo sexual, el temor al rechazo y a sentirse inadecuados, así como la naturaleza a menudo indiscriminada del deseo corporal (por ejemplo, es embarazoso que un joven tenga una erección cuando ve a otro muchacho bañándose en los vestidores), todo ello significa que los hombres deban esforzarse por disfrazar su inseguridad y falta de conocimientos. Este conflicto interno es real y provoca dolor que muchos jóvenes confrontan genuinamente, por lo que resulta injusto e inexacto aseverar que todos los hombres son depredadores sexuales y violadores potenciales.

Sin embargo, la noción de "muchachos víctimas" popularizada por escritores como Steve Biddulph hace algunas suposiciones dudosas y tiene consecuencias extremadamente calamitosas. Debemos examinar cuidadosamente el uso de dos ideas muy comunes -- el determinismo biológico y la falta de modelos masculinos claros.

Históricamente, ha sido muy conveniente explicar las diferencias en la conducta de género mediante referencias a ciertos "hechos" biológicos inmutables. Es desafortunado que a pesar de tres décadas de investigación crítica y convincente que apunta a lo contrario, se siga requiriendo que desechemos firmemente la idea de que la conducta sexual abusiva de un joven puede ser explicada por sus niveles hormonales. Si bien existe un vínculo biológico entre la testosterona y la libido, la "expresión" del deseo está, sin duda, bajo el control del individuo.

Tomemos el ejemplo de un adolescente que está con su novia en el sofá de la casa cuando sus padres no están. El muchacho se excita más mientras  le desabrocha el sostén y se besan con ardor. Si se le preguntara, él quizás diría que está tan "caliente" que nada podría impedir que lo hiciera hasta el final. Está totalmente fuera de control. Pero de repente escucha la llave en la puerta: mamá y papá regresan temprano y encienden las luces. ¡Control instantáneo! La creencia de que los hombres jóvenes son dominados por sus hormonas es solamente una excusa para disculpar su conducta dañina.

En segundo lugar, debemos cuestionar la idea de que no existen mensajes claros (o demasiados mensajes) acerca de cómo ser hombre en estos días y que, por lo tanto, no es extraño que los muchachos cometan errores.

Escritores como Biddulph asegurarían que la respuesta consiste en brindar a los jóvenes modelos correctos o mentores que ellos puedan imitar y seguir. Esta visión asume ingenuamente que los jóvenes son como trozos de arcilla o esponjas que pasivamente adoptan las creencias y prácticas de los hombres a su alrededor -- sus pares o los medios de comunicación. Sin embargo, los jóvenes son mucho más listos de lo que esa visión sugiere. Seleccionan activamente entre la gama de opciones acerca de conductas masculinas apropiadas y escogen aquellas que les representan más ventajas.

" ... los estudiantes (hombres) son constructores activos de su identidad sexual/de género, en la que hacen complejas inversiones sociales y psíquicas. Una gran parte de este trabajo tiene lugar al nivel colectivo dentro del mundo informal de los grupos de pares masculinos, donde se encuentran posiciones subjetivas específicas."

En lugar de decir que los muchachos son "forzados" a aceptar la idea de que deberían ser rudos, estar en control, ser superiores, conquistadores y "garañones", es fácil reconocer que los jóvenes hacen elecciones activas basadas en los beneficios que éstas representan para los hombres que adoptan determinada postura. Se siente bien "estar arriba" (en todos los sentidos). De hecho, nuestra cultura celebra constantemente las virtudes de ganar, del poder y del prestigio. La pérdida de no ser capaz de expresar ciertos sentimientos de vulnerabilidad puede ser vista, más adecuadamente, como una estrategia calculada para mantener el dominio.

Es por esta razón que la segunda perspectiva antes mencionada --la falta de habilidades de comunicación de la pareja-- no es suficiente. Si bien es cierto que tanto Phil como Cindy hicieron algunas suposiciones fatalmente erróneas acerca de las intenciones y creencias de el/la otro/a que pudieron ser aclaradas con una charla franca, la situación es más compleja. Por el contrario, podría decirse que Cindy no tenía un déficit de comunicación. Ella estaba comunicando sus deseos de una forma muy clara cuando intentó quitarse a Phil de encima. Una corte legal así lo interpretaría. Y si se le preguntara en otro tiempo y lugar, Phil podría admitir que de hecho sabía que Cindy quería que él se detuviera aunque ella no lo estuviera articulando claramente. Con demasiada frecuencia, los hombres dicen que malinterpretaron una situación social cuando hacerlo conviene a sus intereses. Sería extraño que un hombre "malinterpretara" a favor de la seguridad, la comodidad y el respeto de una mujer.

Sin embargo --y más importante aún--, una mejor comunicación no mejorará el problema de que los hombres crean que tienen el derecho a que las mujeres les brinden servicios. Al hablar de servicios me refiero a una amplia gama de apoyos que incluyen cocina, limpieza, deferencia, admiración, atención, comprensión y, especialmente, placer sexual. De hecho, es común que el nivel de habilidades de comunicación de un hombre esté vinculado a su capacidad y deseo de controlar a su pareja femenina y abusar de ella. Por lo tanto, quienes sostienen que los jóvenes necesitan un mayor desarrollo de habilidades personales podrían, inadvertidamente, estarles dando armas a potenciales depredadores sexuales.

Algunos escritores, reconociendo la importancia del poder en las relaciones heterosexuales adolescentes, consideran que la "educación moral" es la respuesta apropiada. Por ejemplo, John Marsden, un popular autor de ficción para adolescentes, exhorta a sus lectores jóvenes (hombres) a construir su identidad sobre tres nobles características: afecto, respeto y cooperación. Aunque su intención es admirable y el libro es más que bienvenido, sospecho que lo leerán muchas más madres que muchachos sexistas. ¿Por qué habrían de leerlo? Hay demasiado que perder en ser uno de esos "nerdos puritanos".

Aún más pertinente, sin embargo, es la observación de que hacer elecciones éticas personales del tipo que se está motivando es, en realidad, un entretenimiento de la clase media y privilegiada. La seguridad, la posición social y el éxito que permiten tal liberalismo no son disfrutados por la mayoría de jóvenes escolares. De hecho, son la muy real condición social inferior y la falta de poder experimentados por muchos jóvenes actualmente las que tienen como resultado que ellos busquen un poder compensatorio asumiendo las cualidades hipermasculinas que he criticado como tan dañinas.

Para concluir, quiero resumir mis principales argumentos. En primer lugar, la heterosexualidad masculina está íntimamente ligada a la masculinidad dominante que asegura que las relaciones sexuales sean, en muchos casos, tensas -- cuando no abusivas. En segundo lugar, necesitamos desechar la dicotomía simple de los jóvenes como víctimas o como abusadores y reconocer que ellos son, hasta cierto punto, ambos.

Finalmente, en lugar de centrarnos en individuos que presentan deficiencias y por tanto requieren ciertas habilidades, necesitamos reconocer que nuestra estructura social y nuestra cultura están basadas en la perpetuación de la desigualdad y el abuso del poder. Por lo tanto, no será sino hasta que exhaustivamente desafiemos la gran variedad de instancias de las relaciones genéricas de poder que veremos una mejoría en las experiencias de Phil y Cindy en la fiesta del sábado.


Stephen Fisher, Diplomado en Educación y Desarrollo Comunitario y Doctor en Ciencias Sociales, enseña Desarrollo Comunitario en Casey TAFE e imparte conferencias sobre "Hombres, masculinidd y relaciones de género" en la Universidad RMIT. Durante más de diez años ha participado activamente en el movimiento de hombres y en la actualidad realiza trabajo de campaña y educación con la organización Hombres contra la Violencia Sexual (Men Against Sexual Assault, MASA). Uno de sus principales enfoques es lo relacionado con niños en las escuelas y hoy en día ofrece capacitación en desarrollo profesional a docentes de educación primaria y secundaria. Se le puede contactar en el número 03-9212-5429 o fax 03-9212-5112.

Traducción:
Laura E. Asturias
Apartado Postal 18
Puerta Parada 01973, GUATEMALA

 


Précédente Accueil Remonter Suivante