LA AUSENCIA DE HOMBRES SABIOS

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LA AUSENCIA DE HOMBRES SABIOS

Por Rein van de Ruit
Título original: The absence of elders
Traducción: Laura E. Asturias

La falta de hombres sabios es evidente en nuestra sociedad. Al hablar de "hombres sabios" me refiero a hombres que pueden ayudar a otros pues han aprendido sobre sus propias profundidades. Hombres que poseen tanto la sabiduría como el coraje para sobrevivir. Sin "hombres sabios", la sociedad empieza a devorarse a sí misma. Nuestros jóvenes son violentos con otros y consigo mismos debido a la falta de hombres sabios que los orienten.

¿Dónde pueden los hombres conseguir orientación? Durante seis años me he enfrentado a este problema, en mi vida tanto personal como laboral.

Veo a mi alrededor y veo pocos hombres sabios. Muchos hombres de mi edad (44 años) hemos tenido como guías a nuestros compañeros, o cualquier orientación real que podamos encontrar en hombres sabios, ya sea que estén vivos o que vivan en espíritu o palabras. Mis modelos han sido hombres que trabajan con hombres en los Estados Unidos, principalmente Michael Meade, Robert Bly, James Hillman, Malidoma Some, y poetas tales como W.B. Yeats, Rumi, Kabir, D.H. Lawrence y William Stafford. También han sido importantes la sabiduría y el cariño que he recibido de hombres aborígenes con quienes viví y trabajé hace 10 años.

En julio del año pasado viajé a los Estados Unidos para asistir a la Reunión de Hombres de Mendocino y entablar contactos con otros hombres que están trabajando con hombres. Las reuniones anuales de hombres iniciaron en Mendocino a principios de los años ochenta, con la participación de hasta 130 asistentes. Las reuniones se llevan a cabo en un área boscosa protegida, a unos 200 km. al norte de San Francisco.

El año pasado asistieron 100 hombres, todos residentes en los Estados Unidos, a excepción de un hombre de Alemania y de mí.

Ampliando la reunión

Hasta hace dos años, casi todos los asistentes eran de descendencia europea y la mayoría era de edad y de clase medias. Robert Bly asistía cada año, al igual que Michael Meade, James Hillman y a menudo Jack Kornfield, un maestro de meditación budista. Bly había dirigido reuniones de hombres desde principios de los años ochenta y en 1991, después del éxito de su libro, "Iron John", decidió retirarse por un tiempo para reubicarse y dejar la docencia a quienes habían enseñado junto a él. Michael Meade había trabajado con Bly por varios años, desarrollando habilidades como cuentista y maestro de mitología. Se basó en los cimientos creados por Bly, forjó la sólida iniciativa de incluir hombres de diferentes estratos sociales y económicos y empezó a reorientar el enfoque hacia la comunidad.

El tema en Mendocino este año fue "Voces exiliadas y espíritus animales en los hombres", y a través del fuerte apoyo (incluso financiero) de Meade, muchos "hombres de color" y de condiciones más pobres pudieron asistir. Hubo un fuerte énfasis en el conocimiento y la espiritualidad indígenas. Al igual que Meade, de descendencia irlandesa, los "maestros" tenían diferentes orígenes: Malidona Some (africano), Dadisi Sanyika y Onaje Benjamin (afroamericanos), Martin Prechtel (nativo americano-guatemalteco) y Miguel Rivera (guatemalteco). Fue una increíble mezcla de hombres.

 

Hora de conflicto

La semana me pareció muy intensa. Los días se dividían en el tiempo que pasábamos juntos como grupo, en actividades de grupos pequeños y en veladas en comunidad. Lo más intenso fue la hora de conflicto que se llevaba a cabo cada tarde. En ésta se podía ventilar agravios no expresados durante el día. Muy pronto se abrieron profundas áreas de cóleras y dolores que venían de muchas generaciones atrás.

Me impactó la seriedad con que todos los hombres abordaban esto, especialmente la forma en que los afroamericanos podían expresarse emocionalmente. Su cólera respecto al violento racismo que ellos y sus familias han experimentado por muchos años era muy fuerte y debía ser escuchada. Esto fue difícil para muchos de los hombres blancos que estaban allí, quienes lo tomaron a pecho y pidieron que se bajara el tono de las expresiones.

A esto hubo una reacción impresionante y a menudo me sentí paralizado, feliz de ser australiano y, sin embargo, incómodo, pues me identifiqué con los blancos. ¿Soy capaz de escuchar el dolor de la gente aborigen sobre lo que les ha sucedido y les continúa sucediendo? ¿Puedo escuchar el dolor de las mujeres por lo que han sufrido durante siglos? A fin de dejar de sentirme totalmente disminuido, se me ha hecho necesario no asumir la culpa de sentirme responsable por estas cosas. No personalmente. Sin embargo, mi cultura y mi sexo han sido responsables.

En Mendocino hubo una clara lección sobre lo que se necesita. Es la oportunidad para ser escuchados; para que los hombres blancos escuchen y sientan las vivencias de los hombres de color. Los negros preguntaban a los blancos, "¿Por qué tienen tanta cólera?" y "¿Cómo pueden no enojarse por lo que está ocurriendo en el mundo?"; alguno hizo una reveladora declaración, "No puedo confiar en un hombre que no esté enojado por algo".

Después de algunos acalorados intercambios, siempre con la hábil orientación de Meade, surgió en muchos de los blancos una cólera y un dolor muy profundos, y los negros dijeron que habían aprendido de los blancos muchas cosas que antes habían ignorado. Hubo un cambio profundo en el ánimo de toda la "comunidad". Se expresaron emociones en cantos, poemas, danzas, rituales y tambores. Había mucho júbilo y celebración ocultos debajo de la cólera y el dolor reprimidos.

Al final de la semana todos estábamos en un espacio diferente. Yo me sentía conmovido de estar con cien hombres que se habían unido en el canto y los rituales, y de saber que se habían formado fuertes vínculos por encima de las divisiones raciales y económicas que serán llevados a una mayor comunidad.

 

De vuelta a la comunidad

La meta de Meade en estas reuniones es crear el espacio para que surjan "comunidades repentinas", especialmente con una diversidad de personas.

Es un paso hacia la espiritualidad y el trabajo político en la comunidad. La postura de Meade es que el trabajo interno es necesario y no está completo sino hasta que va al externo, y prefiere rituales de reflexión en grupo, equilibrados con actividades que regresan a la cultura. Meade realiza actividades similares en todo Estados Unidos y está involucrado en muchos proyectos que tienen un profundo efecto en las comunidades donde éstos se realizan. Esto incluye trabajo en prisiones y con bandas de jóvenes violentos. Esta es la fuerza real del enfoque mitopoético -- acción positiva de los hombres en la comunidad que se deriva de un sólido fundamento de trabajo interno.

Meade también realiza reuniones similares para hombres y mujeres, donde cada persona puede ser escuchada y la sanación es posible. Al regresar a Australia puedo ver los puntos donde se requiere un fuerte enfoque en los hombres. Se trata de que los hombres sabios orienten a los niños y los jóvenes, y que se reconozca el conocimiento y la espiritualidad indígenas, que incluyen las de las personas aborígenes.

Se trata de incorporar en nuestros círculos a hombres de diversos orígenes culturales y económicos y luego llevar el "trabajo" a la sociedad. Se trata de escuchar las voces de las mujeres y de iniciar el trabajo de sanación que debe realizarse entre mujeres y hombres.


Rein van de Ruit es un experimentado trabajador social con práctica privada en Lismore. Ha trabajado en una variedad de campos, incluyendo bienestar infantil, justicia juvenil y con tribus aborígenes en la región de Kimberley de WA. En los últimos cuatro años, sus intereses se han centrado en asuntos relacionados con los hombres, particularmente el trabajo de Robert Bly y Michael Meade. Recientemente recibió entrenamiento como terapeuta Gestalt. Junto a John Allen, ha formado la organización "Circle of Men", que facilita una variedad de reuniones para hombres y niños, así como servicios para mujeres y hombres.


Copyright 1995. Publicado en la revista XY: men, sex, politics, 5(1),Autumn 1995.
XY, PO Box 26, Ainslie ACT, 2602, AUSTRALIA.
Título original: The absence of elders. Reimpreso con autorización.

Traducción: Laura E. Asturias (Guatemala)

 


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