LOS NIÑOS NECESITAN HOMBRES 
COMUNES Y CORRIENTES

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LOS NIÑOS NECESITAN HOMBRES COMUNES Y CORRIENTES

Por Rex Stoessiger
Título original: Boys need men in sheds
Traducción: Laura E. Asturias

Rex Stoessiger analiza las formas en que los niños construyen sus nociones sobre la masculinidad y llama a los hombres a involucrarse en las escuelas.


Un granito de arena

Nuestra sociedad da un gran énfasis al sexo. La estructura misma del lenguaje que utilizamos diferencia el sexo -- no podemos hablar de una persona (¡o aun de un perro!) sino hasta haber establecido su sexo.

Los niños se percatan rápidamente de su sexo y con ello se hacen conscientes de que crecerán para convertirse en hombres. La forma en que los niños construyen sus ideas acerca de la masculinidad se ve complicada por un factor clave en la sociedad actual -- la falta de una paternidad efectiva y positiva.

Robert Bly ha enfatizado la importancia de la relación padre-hijo en el desarrollo masculino y Steve Biddulph ha ampliado el trabajo de Bly y agregado elementos para nuestra comprensión de los asuntos involucrados en el desarrollo de los hombres.

Básicamente, ambos sugieren que la revolución industrial ha separado a los padres de los hijos. En las sociedades preindustriales, hombres y niños solían trabajar juntos. Los niños tenían acceso a toda la gama de la conducta masculina y construían fácilmente su masculinidad a partir de los modelos que observaban a su alrededor.

Las cosas cambiaron con la revolución industrial. Los hombres fueron a las fábricas y los niños a la escuela. Padres e hijos, entonces, pasaban cada vez menos tiempo juntos, usualmente después de un arduo día de trabajo, cuando ambos estaban cansados. Los niños veían sólo aspectos muy limitados de la masculinidad.

Hoy en día la separación es posiblemente aún más rígida. Los hombres están, en su mayoría, concentrados en fábricas y oficinas, mientras que los niños pasan cada vez más tiempo en la escuela. Y el hogar es, primordialmente, la esfera de las mujeres .

Ante esta separación física y emocional del padre, es más difícil para el hijo aprender el significado de la masculinidad. Pero todos los niños deben crecer y convertirse en hombres pues no hay alternativa, y aprenderán su masculinidad de una u otra forma. Lamentablemente, las otras formas no ofrecen un modelo tan integral de la masculinidad como los ejemplos reales y vivos. Por el contrario, dan una imagen limitada y distorsionada de la masculinidad que perpetúa, para los varones en general, las construcciones sociales dominantes de lo que significa ser hombre.

En la sociedad actual son evidentes tres métodos de aprendizaje de la masculinidad -- y los tres son peligrosos.

En primer lugar, los niños suelen aprender acerca de la masculinidad a través de los medios de comunicación. Típicamente, un niño mira mucha más televisión que a su padre y aprende de ésta una buena parte de la conducta masculina.

¿Qué tipos de hombres se presentan en la televisión? Tres tipos son evidentes: deportistas ultra-competitivos, hombres violentos, e idiotas. Las estrellas del deporte y los Rambos son emocionalmente cerrados, agresivos, altamente negligentes respecto a su bienestar personal y muy competitivos. Y aunque los idiotas, bastante comunes en los medios, no deberían ser modelos para nadie, las maestras y los maestros sugieren que muchos niños los toman como modelos para su propia conducta.

La segunda fuente de modelos de masculinidad viene del grupo de amigos. Los jóvenes pasan mucho más tiempo con muchachos de su edad que con hombres adultos. Casi siempre están con sus amigos en la escuela, haciendo deporte o en la calle. Cuando se trata de aprender sobre la masculinidad, el grupo de amigos tiene muy poco apoyo de los hombres adultos. ¿Quién da el ejemplo? En estos grupos tiene siempre la última palabra el más agresivo y violento, y es él quien termina dando el ejemplo de una masculinidad "exitosa". Los jóvenes más violentos, emocionalmente cerrados, altamente competitivos y desafiantes de la autoridad son los ejemplos más potentes.

La tercera forma en que los niños y los jóvenes aprenden acerca de la hombría es por reacción. Si los dos modelos anteriores son negativos, éste es potencialmente más dañino. Al no poder aprender sobre la masculinidad pues en la casa y la escuela están rodeados principalmente de mujeres, los niños llegan a interpretar lo "masculino" como "no femenino". Así desarrollan una cultura anti-mujer en la cual se degrada todo lo percibido como "femenino" y evitan a cualquier costa cuestiones tales como mostrar emociones, cuidar de otras personas y del propio cuerpo, hablar sobre sentimientos, y también algo crucial para la educación de los varones: ser buenos en la escuela. El peligro particular en esta forma de aprendizaje de la masculinidad es que puede estar acompañada de aprender a ser anti-mujer. Esta podría ser la fuente principal de las actitudes negativas que las maestras frecuentemente encuentran en los adolescentes.

Una amiga australiana vivió durante varios años con su pareja en España, donde nació su hijo. El padre siempre hablaba en castellano y ella en inglés para asegurar que el niño creciera con los dos idiomas. Cuando tenía unos siete años, el pequeños e negó a hablar en inglés. "Ese es lenguaje de niñas", dijo. "Los hombres hablan castellano". Pasaron varios años antes de que el hijo hablara inglés rutinariamente con su madre. No es sabio aprender por reacción.

Lo que tienen en común estas tres formas de aprendizaje es que transmiten cotidianamente, a niños y jóvenes, una imagen altamente estereotipada, distorsionada, limitada y machista de la masculinidad.

Si los niños pasaran más tiempo cerca de hombres comunes y corrientes, sería más difícil mantener el estereotipo. Los hombres comunes y corrientes muestran una gama mucho más amplia de conductas emocionales, de actividad afectiva y de interés o preocupación por sí mismos y por otras personas que las que los estereotipos transmiten. No se levantan inmediatamente del suelo, sin pestañear, después de haber sido derribados. No utilizan la violencia para resolver todos sus problemas. Además, cooperan en el trabajo y en los hogares y usualmente mantienen buenas relaciones con las mujeres. Esta información puede ser fácilmente transmitida a los niños que están creciendo, pero se necesita que pasen más tiempo con hombres.

Aunque el término "hambre de padre" se refiere a la relación entre padre e hijo, la relación clave es entre hombres y niños. En lo relativo al aprendizaje de la masculinidad, cualquier hombre común y corriente puede ayudar.

Los niños aprenden la masculinidad de los hombres con quienes pasan su tiempo y aprenden más de aquellos con los que tienen una buena relación. Tíos, abuelos, padrastros, hermanos mayores, entrenadores, maestros y vecinos -- todos son maestros de masculinidad que pueden ayudar a los niños a desarrollar una imagen integral y tridimensional de la hombría. Para las escuelas, las implicaciones son claras. Allí se necesitan más hombres.

Las escuelas primarias deben encontrar formas de unir a los hombres y los niños. Dado que las mujeres constituyen alrededor del 80 por ciento de docentes, muchos niños pasan por toda su experiencia escolar sin un solo hombre como maestro. Muchos de los maestros ocupan posiciones superiores y no enseñan a niños. Las escuelas necesitan a los pocos maestros disponibles como maestros regulares en sus aulas.

Adicionalmente, las escuelas deberían reclutar hombres de los hogares y la comunidad que lleguen a la escuela a trabajar con niños. Y cuando los hombres sí llegan, no se les debería asignar actividades deportivas o constructivas. Se les necesita leyéndoles a los niños, escuchándoles mientras leen y ayudándoles a escribir.

También los padres deben saber que su interés y participación en la educación de sus hijos son críticos para ayudar a los niños a desarrollar actitudes positivas hacia la escuela. No es "trabajo de mujeres" leer para los niños, sea en el hogar o en la escuela. A menudo los padres sólo necesitan que se les diga. Sin embargo, dadas las existentes construcciones de la masculinidad, para los hombres no es obvio que lo que hacen es importante para los niños.

No es difícil encontrar formas de llevar más hombres a las escuelas. El primer paso consiste, simplemente, en tener una reunión del personal o de padres/madres y maestras/maestros y pensar en todas las posibilidades para involucrar a más hombres. Surgirán varias sugerencias y será fácil implementar muchas de ellas.

Me interesa escuchar sus ideas acerca de lo que podemos hacer para involucrar más hombres en nuestras escuelas.


Rex Stoessiger es consejero especial sobre educación de varones.
Artículo publicado en Manhood Online
Título original: Boys need men in sheds
Traducción: Laura E. Asturias (Guatemala)

 


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